Arroces y paellas

Gastronomía de paisaje
Cocina de paisaje
Asturias

Una viejísima leyenda oriental habla del origen casi divino del arroz, planta concebida por los dioses para satisfacción, deleite y alimento de la humanidad en recuerdo de un amor contrariado, donde la intriga, los celos, la venganza y el premio se conjugan en complicada armonía.

Los árabes introdujeron el arroz en España; aquí sentó carta de nacionalidad y hoy es tan nuestro como antaño lo fuera del Asia, aunque allí siga teniendo aún más importancia como alimento base. El refranero español es sobradamente amplio cuando de arroces se trata:

  • El arroz con tomate y las patatas cocidas alargan la vida.
  • El arroz con pollo, y vaya al cuerno él solo.
  • El arroz, el pez y el pepino nacen en agua y mueren en vino.
  • No hay boda sin arroz ni mocita sin amor.
  • Ni arroz pegado ni guiso ahumado.
  • El arroz, donde se guisa, y la mujer, en camisa.

Aunque algunas comarcas españolas, como Valencia y Alicante, hicieron del arroz su insignia gastronómica, y del arroz en paella el plato regional más representativo (la paella es el recipiente de hierro aplanado donde se guisa el arroz), lo cierto es que hoy no tiene nacionalidad ni autonomía, al menos en lo que a preparaciones se refiere. Asturias no estuvo ajena, y esto desde tiempos muy antiguos, a la llamada tentadora del arroz.

Aparte del arroz con leche, del que se tratará en otro momento, el asturiano usa del arroz en múltiples y variadas preparaciones que, en un intento de clasificación, podrían catalogarse como:

  • Platos de diario (patatas guisadas con arroz y un poco de chorizo; arroz con costilla; arroz con menudos de gallina o de pollo; arroz blanco con huevos fritos acompañado o no de salsa de tomate, arroz con salchichas; arroz con mejillones, almejas o chirlas...).
  • Platos de fiesta (arroz con pollo de aldea o Pitu golfu, arroz con buenos mariscos como langosta, bogavante, etc.; arroz en paella mixta...).
  • Platos de excursión, reducidos normalmente a guisos de arroz en paella. En general, más que la calidad del plato se busca el placer del hágalo usted mismo, con todo lo que esto supone de improvisación y suerte.