«Aunque la conquista de aquel Hemisferio no hubiese tenido otras ventajas, sería esta adquisición suficiente a compensar los gastos y fatigas que ha costado, y motibo de gratitud eterna al inmortal Colón, porque el suelo de nuestra Probincia es el que más se ha aprovechado en este dichoso hallazgo y en el que menos degenera esta planta exótica...».
Este es el texto, copiado literalmente, entresacado del extenso capítulo que, referido el maíz, escribió para su Diccionario Geográfico-Histórico de Asturias el célebre clérigo, historiador y jurisconsulto asturiano Francisco Martínez Marina (Oviedo, 1754-Zaragoza, 1833), a quien llamaban El Canónigo Trabajador.
Y añade:
«¿Qual sería en lo antiguo, y aún en el glorioso tiempo de los Reyes Católicos, la población de Asturias, Galicia, Nabarra y Probincias Vascongadas, quando en el día con él y las patatas nada sobra? ¿Qual la del resto de la Península, que no le cultibó ni cultiba, y pudiera añadir que ni le cultibará por una preocupación grosera, arto perjudicial y común en las probincias del Centro?».
Es opinión general de los estudiosos que Gonzalo Cancio y Méndez de Casariego fue el introductor del maíz en Asturias, hecho que debió producirse muy a finales del siglo XVI o a comienzos del XVII.
Don Gonzalo, que gustaba firmar como Méndez de Cancio, nació en el antiguo concejo de Castropol (que entonces abarcaba más jurisdicción que en la actualidad) hacia 1544. Capitán de marina, almirante «en la carrera de Indias», gobernador y capitán general de La Florida entre 1596 y 1603, falleció en su casa de Casariego el 31 de marzo de 1622. De él se dice que en uno de sus viajes desde América a Asturias portó «un arca de zedro en que vino el maiz de Indias». En base a este dato (el viaje debió ser hacia 1604) se admite que la primera cosecha de maíz asturiano hubo de producirse en tierras de Tapia de Casariego por el año 1605.
Sin embargo, el historiador y cronista de Carreño, Marino Busto, entiende que ya en 1599 era significativamente notable el cultivo del maíz en suelo carreñense; al menos esto parece deducirse del testamento que otorgaron ante el notario de Candás los vecinos Juan de la Ballina y su esposa Marina de Valles, en el que legan a sus herederos, entre otras cosas, «una anega de maíz».
Sea cual fuere la fecha que marca el inicio del cultivo del maíz en nuestra región, lo realmente importante es su inmediata vinculación con la agricultura y alimentación asturianas. Así lo confirma el avilesino Luis de Valdés en sus Memorias de Asturias:
«Tienen estos valles mijo y panizo, las cuales semillas se usan muy poco por el mucho maíz, que llaman trigo de las Indias, que se coge en gran cantidad...».
Tras describir las cualidades de la borona, añade:
«Es el maíz sustento de todos los animales, engordan mucho con ello y, juntamente, a las gallinas las hace sabrosas y muy tiernas, y también a los capones, que cuando más caros valen es a dos reales cada uno; las gallinas suelen valer a real y medio y a dos reales; los huevos, por las aldeas, a cuatro el cuarto y a ocho, y desque van de la Corte por ellos valen a maravedí en la ciudad de Oviedo».
El testimonio del P. Luis Alfonso de Carvallo en sus Antigüedades y Cosas Memorables del Principado de Asturias (Madrid, 1695) es también de lo más elocuente:
«... Y en nuestros tiempos se ha comenzado la agricultura del maíz, que es el pan ordinario y común de las Indias, y lo produce esta tierra en grandísima pujanza...».