El botillo

Gastronomía de paisaje
Cocina de paisaje
Asturias

He aquí otro embutido que, como el chosco, no tiene continuidad en las zonas central y oriental asturiana, localizándose casi exclusivamente en aquellos municipios limítrofes con León. El Bierzo y La Maragatería reivindican su cuna. En Asturias se denomina botelo y butietsu.

Consiste en el aprovechamiento de huesos (costillares, rabos, vértebras...) y de carnes poco útiles para embutidos que, convenientemente adobadas, se embuten en tripas gruesas y trozos de estómago del cerdo y después curan al humo y al oreo. Una vez cocidos, acompañan a potes de berzas, cachelos o, simplemente... nada.

Inocencio Ares, en Gastronomía popular del país de maragatos, León 1994, escribe que «no cabe vacilación para afirmar que los botillos son embutidos de Maragatos»; mientras que Barcia Merayo asegura «que el Bierzo es tierra de fácil comer, pero puestos a enumerar los platos debe tenerse por encima el tradicional botillo, solemne manjar que desde antiguo ha formado parte de la alimentación de su gente».

Probablemente los monjes de Carracedo, cerca de Cacabelos, o los asentados en monasterios de Astorga, de Ponferrada o de Villafranca, fueran afanosos productores (y consumidores) de tan delicioso embutido y pasaron su fórmula a los de los monasterios asturianos de Obona, de Bércena o de tantos otros diseminados por tierras de Tineo, Allande o Cangas del Narcea. Al correr de los tiempos, ya en el siglo XVI y posteriores, la gracia del pimentón (dulce o picante) vino a sumar los placeres de tan original y económico embutido.

Antiguamente a los botillos se les llamaba obispillos, quizá en función de su forma y color (que recuerda un poco a la mitra) o porque eran plato gustoso de tales dignidades. Sebastián de Covarrubias y Orozco, en su Tesoro de la lengua castellana o española, les asigna esta definición: «Cierto morcillón que suelen hazer quando se matan los puercos, y los regalados son de huevos y especias y carne picada muy menuda; los demás suelen ser de huesos de las costillas que han descarnado y del espinazo».